viernes, 19 de junio de 2009

Otra más para la saca

Nurse Jackie, una enfermera de moral atípica.

Empezó Nurse Jackie, la apuesta veraniega de Showtime protagonizada por Edie Falco, la nunca olvidada Carmela de The Sopranos. ¿Y qué tal? La verdad es que tuvo un arranque prometedor. El episodio piloto, de media hora, fue impecable, una maravilla en muchos aspectos. Así que vamos por parte.
La trama, a grandes rasgos, es más o menos la siguiente: Jackie es enfermera en un hospital de Nueva York. Es muy buena en lo suyo, capaz de trabajar largos turnos, incluso por encima de lo reglamentado. Puede soportarlo todo. Primero, porque es una mujer fuerte y de carácter. Segundo, y acaso fundamental, porque toma ansiolíticos. Lo hace en sitios apartados, cuando nadie la ve. "Sólo un empujoncito para mantenerme despierta y corriendo", dice, aunque nosotros sabemos, desde el arranque, que la cosa es más compleja.La serie muestra el mundo de la medicina sin tapujos. En los veintisiete minutos iniciales vemos una chica bañada en sangre con el cuerpo lleno de puñaladas, una oreja mutilada arrojada al fondo del váter y un adolescente con quemaduras de tercer grado por haber intentado sostener, drogado, una bengala con el culo.
Sin embargo, todo esto está lejos de ser importante. Porque lo mejor de la serie, sin dudas, está en los detalles de su realización, impecable, puntillosa y creativa; en la estupenda actuación de Edie Falco y en un guión de hierro que se apoya en diálogos simples pero inteligentes, capaces de revelar en un par de pinceladas el fondo de los personajes.
—¿Por qué ustedes, los doctores, están en contra de curar a la gente? —le pregunta Jackie a su amiga Ellie, en el remanso de un almuerzo.
—Tú lo ves de esa manera: curar, ayudar, arreglar. Por eso eres una enfermera. Cuando era niña, tomé un cuchillo y abrí un conejo para ver cómo era. Por eso soy doctora”.

El episodio piloto plantea, desde la mirada de Jackie, lo que se perfila como tema principal de la serie, y que a lo largo de los próximos capítulos veremos, sobre todo, a través de sus actos. Es decir, la cuestión de la moral —lo bueno y lo malo—, y el hecho de hasta dónde es posible estirar el concepto por el empeño de hacer justicia.
¿Está bien robarle dinero a un hombre sádico y asqueroso para dárselo a una mujer embarazada y pobre que acaba de enviudar? ¿Está bien que esa mujer pobre, y ahora sola, intente conseguir el riñón del padre de su hijo para venderlo a un banco de órganos? ¿Está bien que una enfermera mienta y falsifique el registro de donantes para que alguna otra persona pueda salvar su vida?Jackie, si fuera un santo, aunque no está segura de querer serlo, sería San Agustín, porque él siempre fue consciente de su oscuridad interna. Ella aspira a ser buena, aunque no todavía. Lo repite dos veces: "no todavía”, dice, mientras la vemos dar un paso hacia atrás, salirse de la luz y quedar entre las sombras, en un cierre de episodio espectacular que abre una nueva perspectiva del personaje.
Ya sabemos, porque lo acabaron de anunciar, que habrá una segunda temporada. Qué alegría, porque todo parece indicar que con Jackie la vamos a pasar muy bien.
O muy mal. (Para ella es lo mismo.)


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